A medida que nos acercamos al final de una temporada comienzan a surgir las noticias de los diferentes protagonistas que han decidido poner fin a su larga trayectoria. Estos anuncios suelen estar meditados con mucho tiempo de antelación junto con el entorno más cercano. Y, cuando se hace público, es el momento de que todo el mundo conozca la decisión. En este artículo hablamos sobre la retirada deportiva.
En este aspecto, es importante ya haber tomado una sólida decisión y que esta sea irreversible. Ya que con la comunicación oficial a los medios y al público en general es cuando aparecerán todo tipo de opiniones. Consejos u opiniones no solicitadas que el deportista no tiene intención de escuchar.
La retirada deportiva, por otro lado, está rodeada por un contexto completamente nuevo con cambios de horarios, muchísimo tiempo libre, nuevas rutinas, círculos sociales diferentes, etc. Y esta situación puede conllevar un gran estrés debido al vacío y la angustia que se produce.
Sin embargo, no todas las retiradas deportivas tienen que ser traumáticas y si las cosas están claras desde el comienzo, el deportista habrá hecho los deberes desde hace tiempo y se habrá preparado para otro período tan importante de su vida como lo es el retiro.
Las tres fases de la retirada deportiva
- La retirada del deporte: Este es el simple hecho de dejar de competir o incluso de practicar ese deporte por completo.
- Dudas y desorientación: Si no se planeó correctamente la retirada deportiva, el deportista se encuentra con que no sabe qué hacer, e incluso se replantea quién es o donde quiere llegar de ahora en adelante. Aparecen grandes cambios basados en que se ha terminado una vida de constantes objetivos nuevos. Por una en la que no puede encontrar nada que lo motive para seguir desarrollándose.
- Empezar de nuevo: Aquí es cuando el deportista cae en la cuenta de que debe reubicarse, encuentra un nuevo rol y, con él, una nueva vida. Incluso puede comenzar a practicar nuevos deportes a modo de hobbies.
Agotamiento y retirada deportiva
Al igual que ocurre en el desarrollo de la vida, los deportistas deben adaptarse a todos los cambios que le van sucediendo durante ese desarrollo a través del paso del tiempo. En general, suele resumirse todo este proceso con diferentes fases que se nombran como prebenjamín, benjamín, alevín, cadete, juvenil, senior y veterano.
Con el tiempo, la dedicación al deporte suele ser mayor en relación a la fase previa y presentar una mayor exigencia. Por lo que el deportista se ve obligado a realizar algunos ajustes en su vida personal. Tales como horarios de descanso, una alimentación saludable, relaciones sociales sanas y encaminadas en su mismo objetivo para lograr motivarse el uno al otro, etc.
Todo este tipo de ajustes demandan un esfuerzo tanto a nivel físico como a nivel mental, lo que requiere una psicología adecuada para determinar si la adaptación a los cambios va por el buen camino. Cuando esto no sucede, puede producirse el famoso agotamiento del deportista y, como habrán notado, nada tiene que ver con el cansancio físico.
Esta es una respuesta que absolutamente cualquier deportista puede presentar y que, en ocasiones, desencadena en la retirada deportiva.
La importancia de la psicología en la retirada deportiva
El primer concepto que debe quedar claro es que no todo debe recaer en los hombros del deportista cuando se acerca el momento de la retirada. Un buen trabajo de retirada deportiva debe contar con el apoyo de todo el entorno del mismo. Esto quiere decir familiares, entrenador, compañeros de equipo, directivos, especialistas de la salud como psicólogos, etc.
Por esto, es tan importante realizar un buen trabajo de prevención que comienza prácticamente desde la iniciación deportiva de los padres y los entrenadores, momento en el cual no solo debe tenerse en cuenta el desarrollo deportivo. El desarrollo social y personal a largo plazo, considerando las diferentes etapas que se superarán durante la vida requiere de un enfoque al que no estamos acostumbrados. Pero que resultará muy útil cuando llegue el momento de decir adiós a la pasión que lo ha movido durante toda su carrera.
Uno de los objetivos de esa prevención será trabajar para armar un contexto deportivo sano. Que ayude a adquirir y a madurar las habilidades deportivas, personales y sociales. Para esto, la figura del psicólogo puede ayudar al deportista, pero también a su entorno, a definir roles, nuevos intereses y objetivos para trabajar la identidad social del deportista. Es un esfuerzo que cosechará sus frutos al final del camino.
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