Convertirse en leyendas del deporte español no fue nada fácil, pero a base de esfuerzo y creatividad, estas pioneras del deporte español en sus disciplinas han logrado imponerse dentro de una sociedad en la que el deporte femenino no era tan común como lo es hoy en día.
Por eso, hablamos de un doble mérito. En primer lugar, por su capacidad para doblegar a sus competidoras dentro del deporte en sí, con todo lo que eso significa. Pero, por otro lado, ese salto dentro de una sociedad muy estructurada hacia el machismo. Y, a través del cual han logrado destacar para llevar el nombre de España a lo más alto del deporte mundial.
En varios casos, los deportes pasaron casi del desconocimiento a una popularidad más que notoria gracias a su esfuerzo. Y estas pioneras del deporte español se han ganado un lugar en el corazón del pueblo.
Lilí Álvarez
Es imposible no comenzar la lista con quien fue probablemente la deportista más importante en toda la historia de España. Lilí Álvarez es una de las grandes pioneras del deporte español por ser la primera mujer en participar de unos Juegos Olímpicos (París, 1924 junto con la catalana Rosa Torras) y también fue finalista de Wimbledon en tres ocasiones.
Por si todo esto fuera poco, resultó una deportista multifacética, ya que además de destacar en el tenis también lo hizo en el patín, esquí, alpinismo, equitación, billar y pilotó coches de carreras.
Mónica Verge Folia y Magda Noos
La primera nació en Barcelona en 1958 y destacó particularmente en 3 secciones, ya que es alpinista, escaladora y esquiadora. Fue una de las grandes pioneras dentro de la escalada femenina y, junto con Magda Noos, en 1989 llegó a la cima del Cho Oyu, de 8.201 metros, que fue el primer ocho mil femenino del país.
El ochomil es una elevación del terreno por encima de los 8000 metros sobre el nivel del mar. Y, en el alpinismo, al hablar de completar un ochomil, se hace referencia a conquistar la cima de esa montaña.
Conchi Amancio
Sin duda otra de las grandes pioneras del deporte español es la ex futbolista Conchi Amancio, quien con quince años fichó por el Gamma 3 de Padua, de Italia. Convirtiéndose así en la primera mujer española en exportar el talento de forma profesional hacia un país extranjero.
En lo que refiere al fútbol en suelo español, en 1971 participó de la formación de la primera Selección española de fútbol femenino, en un momento en el que la Federación no quería reconocer al equipo de las mujeres. Y, pese a eso, fue parte de la famosa Selección Clandestina.
En 1973, antes de partir nuevamente hacia Italia, fue consultada por un medio acerca de qué actitud debían tomar las jugadoras para ser valoradas. La respuesta fue que debían “luchar juntas para ser reconocidas y tomar el ejemplo del fútbol masculino” . El reconocimiento llegó diez años después y, cuando eso ocurrió, Conchi ya era una estrella consagrada en Italia, donde ganó 8 Scudetto, 7 Copas de Italia y 1 Liga Italiana de Futsal.
María Paz Corominas
María Paz Corominas, por su parte, fue una destacada nadadora española que representó al país en los Juegos Olímpicos de México 1968. Momento en el que pudo clasificarse para la final en la prueba de 200 metros espalda. Por otra parte, llegó a tener la séptima mejor marca del mundo en los 100 metros espalda y fue dueña (en su momento) de absolutamente todos los récords de España en estilo libre (exceptuando la distancia de 100 metros).
Pepa Senante
Un 16 de junio de 1963 España jugó su primer partido internacional de baloncesto femenino. Y, si bien perdió en Malgrat de Mar contra Suiza, dos días más tarde logró la victoria en Barcelona, en el Gran Price: 47-39. Pepa Senante, nacida en Madrid en 1943, fue la capitana de esa primera victoria y lo seguiría siendo durante 8 años más. Por ser la capitana durante una fecha histórica y por volver todas las miradas del público y de la prensa hacia el baloncesto femenino, se volvió una de las pioneras del deporte español.
Como hace algunos años le contó al Diario AS, nunca cobró dinero gracias al baloncesto, solo en su último partido, frente a Australia y un total de 600 pesetas (3,6 euros) : “Nosotras jugábamos porque nos gustaba, nos llenaba, no por otra cosa”. ¡Eran otros tiempos!
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