El corazón está fundamentalmente compuesto por músculos y vasos sanguíneos que entran y salen de él. Esa masa muscular que forma el corazón se llama miocardio. Y, actúa de forma automática, a diferencia de otros músculos como los de las piernas o los brazos. En este artículo hablamos sobre el control de la frecuencia cardíaca.
La función del corazón es proveer de sangre a todos los órganos del cuerpo humano y esa sangre se carga de oxígeno al pasar por los pulmones para luego circular hacia el resto del organismo. Después de recorrerlo, la sangre vuelve al corazón para que éste la impulse de nuevo a los pulmones y se recargue nuevamente de oxígeno.
El músculo cardíaco necesita, a diferencia del resto de los músculos, un estímulo consciente para activarse a sí mismo. Pero también, esa frecuencia, puede estimularse mediante el ejercicio físico, como en el caso de los deportistas.
La medición y el control de la frecuencia cardiaca, tanto durante la práctica de ejercicio físico como cuando el atleta se encuentra en reposo, aportan datos muy importantes para conocer el estado de nuestra salud y conseguir un entrenamiento más eficiente. Existen diversos métodos para realizar un control de las pulsaciones, como por ejemplo el uso de pulsómetros. Que de forma muy sencilla pueden convertirse en un aliado indispensable en nuestras rutinas de entrenamiento.
Deporte aeróbico y anaeróbico
Se sabe que el ejercicio aporta grandes beneficios a la salud, y es por eso que cada día más la gente intenta incorporar al deporte como parte de la rutina en su vida. Desde el punto de vista metabólico, podemos dividir al deporte en aeróbico y anaeróbico.
Con ejercicio físico, o trabajo aeróbico, se hace referencia a la actividad física que requiere principalmente oxígeno por su intensidad. Cuando esta intensidad es requerida para realizar un ejercicio físico muy exigente y el organismo no necesita oxígeno, estaremos hablando de ejercicio anaeróbico.
Al inicio de cualquier ejercicio físico, el aire que se respira siempre cubre las necesidades del organismo, por lo que la actividad comienza siendo aeróbica. Cuando la intensidad se incrementa hasta el punto de necesitar más aire del que se puede incorporar, se convierte en una actividad física de carácter anaeróbico. Por lo que es preciso disminuir la intensidad (o hasta detenerse) para recuperarse.
Por este concepto, y teniendo en cuenta que el ejercicio aeróbico es aquel que requiere oxígeno, podemos incorporar en esa rama a actividades como caminar rápidamente, correr, remar, jugar al fútbol, nadar, etc. En el ejercicio aeróbico, por otro lado, el músculo del corazón utiliza como principal combustible los ácidos grasos. Y lo mismo ocurre con el resto del organismo. Durante el ejercicio aeróbico se gastará grasa, y la cantidad gastada aumentará en la medida en que dure el ejercicio.
Un último concepto muy importante es que el ejercicio debe realizarse con cierta intensidad para que los latidos del corazón aumenten y de esta forma ingrese más aire a los pulmones. Con el fin de que el oxígeno sea distribuido por todas las células.
Sin embargo, si la intensidad aumenta al extremo, deja de ser un ejercicio aeróbico para ser anaeróbico. Y se necesita más aire del que se es capaz de respirar.
Control de la frecuencia cardíaca
La frecuencia cardiaca es útil para controlar la intensidad del ejercicio aeróbico. Sobre todo, cuando se dispone de estudios de una prueba de esfuerzo con análisis de los gases respiratorios (prueba llamada ergoespirometría). Si no se tiene acceso a este tipo de prueba, el control de la frecuencia cardíaca puede realizarse de manera menos precisa. Pero igualmente útil, realizando algunos cálculos.
Son dos los motivos principales por los que debería realizarse el control de la frecuencia cardíaca de forma habitual: la salud y el entrenamiento eficiente.
Este estudio proporciona información importante acerca de la salud cardiovascular del deportista. Y, de esta manera, se puede conocer si el corazón se encuentra sano para bombear de forma correcta la sangre al resto del organismo o si tiene alguna anomalía.
En cuanto a su utilidad antes, durante o después del ejercicio, existen varias razones por las que un deportista debe emplear este tipo de herramientas, entre las que se encuentran conocer la capacidad de recuperación tras la actividad, conocer la respuesta del cuerpo al esfuerzo y prevenir el sobreentrenamiento o el infra entrenamiento.
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