Que el ejercicio físico es una importante arma contra la obesidad y las afecciones de carácter físico no es ninguna novedad, pero que cada vez más y más médicos la recetan para mejorar situaciones a nivel mental no es algo tan conocido. A continuación, hablamos sobre la salud emocional a través del ejercicio físico.
El ejercicio físico mejora varios tipos de funciones mentales entre las que se encuentran la agilidad, la autonomía, el autoconcepto de uno mismo, la sensación de bienestar y la memoria. Y es por eso que el deporte debería estar presente en la vida de cualquier persona que quiera preservar su salud emocional.
Todos los aspectos anteriormente mencionados mejoran combinándolos con un aspecto en particular que los engloba a todos y que determina esa salud emocional: la autoestima.
La autoestima
El concepto de la autoestima se puede definir como aquel resultado emocional que surge dependiendo de si la persona acepta o no su autoconcepto. Contrariamente a lo que piensa el común de la población, la autoestima no surge de evaluarnos positivamente en cada situación. Ya que esta evaluación puede ser falsa. Sino de que la persona se observe con objetividad y sobre todo de aceptar este autoconcepto.
Esta idea de la autoestima es un concepto fijo y estable, que se va viendo modificado dependiendo de la situación que está pasando cada persona en cada momento de su vida. Por lo que las circunstancias terminan por ser determinantes en relación a esta idea y su protagonismo en la salud emocional.
Según los psicólogos, la autoestima es el rasgo que más logra verse beneficiado en los pacientes durante un tratamiento psicológico.
Beneficios psicológicos
Muchos dicen que hacer deporte genera felicidad. Y es que, literalmente, al hacer deporte el cuerpo regula de mejor forma la dopamina, conocida como la hormona de la felicidad. Sin embargo, los especialistas hacen énfasis en la importancia de incorporar el deporte como un hábito de vida saludable. Porque de esta forma se producen mejores resultados en el individuo por enfocar sus beneficios a largo plazo.
El ritmo de vida actual de la sociedad hace difícil esta cuestión y el deporte termina siendo una tarea más que añadir en una lista interminable de deberes. Una fórmula interesante es identificar conscientemente cuál es el objetivo de estar realizando deporte y qué tipo de ejercicios nos apetece hacer. Mientras que por otro lado se deberá evaluar con qué frecuencia conviene practicarlo. Pero lo importante es dejarlo bien asentado por escrito y que los objetivos no sean imposibles. Para que no quede en palabras vacías que luego sean fáciles de “olvidar” y nos lleven a abandonar la práctica deportiva.
Si logras incorporar el deporte dentro de una rutina diaria a largo plazo, algunos de los beneficios psicológicos que observarás son los siguientes:
- Reducción en la sensación de estrés. Mientras que aumenta la sensación de optimismo y felicidad.
- Disminución de la sensación de fatiga. Y por el contrario a lo que todos creen, las personas se vuelven más enérgicas y con mayor capacidad de trabajo.
- Mejor descanso. Debido a la exigencia y el cansancio que produjo la actividad.
- Producción de endorfinas. Hormonas que tras realizar ejercicio generan sensación de gran bienestar.
- Mejor autorregulación. Por lo que se reduce la intensidad de emociones como la ira, la agresividad, la ansiedad y la depresión.
Mantener la actividad a largo plazo
Como dijimos, encontrar la motivación para levantarse e iniciar la actividad puede ser un desafío. Especialmente si el estado de ánimo no es el mejor. Por eso hay que hacer principal hincapié en algunas cosas como no buscar una actividad por compromiso, sino elegir algo que realmente te motive a ese gasto de energía que tu cuerpo necesita. Se suele recomendar experimentar con la mayor cantidad de deportes posibles y hasta diferentes tipos de entrenamiento para conseguir dar con el adecuado. Porque, sencillamente, si no termina de gustarle, la persona no mantendrá el entrenamiento en el tiempo.
Para esto, resulta decisivo no sobre exigirse durante los primeros entrenamientos, tanto a nivel físico como mental. Porque si el objetivo es tener una mejor salud emocional de nada servirá añadir un motivo más de estrés en una ajetreada tarea. Sobre todo, si estamos hablando de alguien principiante en lo referido al bienestar físico, comenzar despacio es la clave para un desarrollo lento, pero sin pausa.
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