Ya sea porque quieras iniciar tus estudios universitarios o porque quieres retomarlos después de mucho tiempo, necesitarás acceder a los estudios de grado en la universidad. Y para eso seguramente ya habrás oído hablar algo de los créditos europeos. La explicación más básica y sencilla se aplica a través de la comparación del acceso universitario mediante el rendimiento académico. Ya que este se mide por el número de asignaturas que apruebas y también teniendo en cuenta el programa de temas y contenidos de cada una de esas asignaturas.

En la universidad, tanto si hablamos de estudios de grado o de masters, sucede exactamente lo mismo. Pero las unidades de medida e información para la institución son los créditos universitarios. Por lo que básicamente su función es servir como unidad de medida para evaluar el trabajo de cada alumno, unificando criterios, en el momento de cuantificar el trabajo de los estudiantes universitarios. De esta forma las diferentes asignaturas de los grados incluidos en el EEES (Espacio Europeo de Educación Superior) tienen una asignación de créditos en común.

¿Cómo se iniciaron los créditos europeos?

Para comprender el nacimiento de esta idea debemos remontarnos a 1999. Ya que ese año se firmó la conocida Declaración de Bolonia. Un reconocimiento a través del cual los países adheridos comenzaban un proceso de aproximación en materia educativa. Este proceso se trata de unificar los contenidos de sus estudios a través de los créditos ECTS, también conocidos como créditos europeos, para de esta forma facilitar el intercambio entre los egresados universitarios de los países implicados en el tratado.

Todo sobre los créditos ECTS o créditos europeos

Antes de la aplicación de este proyecto, solo se tenían en cuenta las horas que el alumno pasaba dentro del aula. Pero ahora con los créditos europeos también son tenidas en cuenta las cargas horarias de cada estudiante en las diferentes actividades que se le exigen. Por lo que se le asignan créditos tanto a las horas de clase como así también a los trabajos encomendados, horas de práctica y cualquier otra modalidad que se apruebe por ese reconocimiento a nivel europeo.

¿Cuál es la estructura de los créditos europeos?

TAFADLa estructura básica en la que se apoyan los estudios universitarios del EEES (Espacio Europeo de Educación Superior) es el título de grado, el cual reemplaza a las antiguas licenciaturas. Teniendo en cuenta al grado de manera total, podemos decir que cada uno consta con un total de 240 créditos europeos. Y se distribuyen en un total de 4 años. Lo importante es que tras su obtención, cualquier alumno estará habilitado para ejercer de manera profesional en cualquiera de los países que formen parte del EEES. Un motivo más por el que la formación académica debería ser considerada una primera necesidad.

Al hablar específicamente de los másteres, los hay de uno y dos años de duración. En el primer caso consta de 60 créditos europeos y en el segundo, de 90 o de 120 según el caso. Si hablamos de un doctorado, el EEES también cuenta con un programa específico que dura entre 3 y 4 años. Mientras que la cantidad de créditos, al igual que en los Masters de un año, asciende a 60.

Otras formas de obtener créditos europeos

TSEAS onlineLas universidades y los masters no son las únicas formas de conseguir los ECTS, y allí radica otra de sus enormes ventajas. Existen una gran cantidad de academias y cursos, tanto de modalidad presencial como de modalidad online, que te permiten acceder a estos créditos. Sin embargo, debes asegurarte tanto que esos créditos puedan ser tenidos en cuenta por todas las instituciones nacionales. Como así también que tengan valor a nivel europeo. Básicamente debes asegurarte de que cualquier curso o formación que realices tenga su correspondiente certificación ECTS.

Conclusiones

Créditos EuropeosEl hecho de aprovechar los créditos europeos no debe considerarse solamente desde el punto de vista de la facilidad con la que se miden el trabajo y el esfuerzo de los alumnos, sino que su principal beneficio consta de facilitar la movilidad tanto de los estudiantes, como de los profesores y de quienes busquen una nueva titulación dentro de la Unión Europea. De este modo, los alumnos pueden trasladarse de una universidad a otra logrando una formación permanente pero no solo a nivel académico. Sino también a nivel cultural. Porque lo que se decretó en 1999 es prácticamente la libre circulación del conocimiento por todo el continente.

Esa libre circulación de conocimiento basado en los créditos europeos debería ser aprovechada por todas las universidades e instituciones que decidan crear programas de intercambio ya que de esa manera se facilita la movilidad internacional de trabajadores con formación superior. Lo que no solo debe considerarse un beneficio para las propias instituciones. Sino también un beneficio de enriquecimiento y productividad a nivel europeo.